Estas aventuras de Juan Bobo son el recuerdo de una tradición oral puertorriqueña que conservo desde mi infancia. Llegaron a mí al narrármelas a principios del siglo XX mi bisabuela, Adela Fiol viuda de Braschi, natural y criada en Coamo, Puerto Rico. Las he reescrito adaptóndolas para niños y niñas de cuatro a ocho años.