Con las alas pesadas y negras por el petróleao, una gaviota lucha por llegar al puerto más cercano para poner su último huevo. Aterriza en el balcón de un edificio de apartamentos donde conoce a un gato gordo y bonachón llamado Zorbas. La gaviota hace prometer al gato que cuidará de su huevo, que no se le comerá y que, cuando llegue el momento, enseñará a volar al pollito. Las primeras dos promesas ya son bastante difíciles de cumplir, pero la tercera realmente imposible... ¿o no?